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La tapadera

The sham | SOLO SHOW | Espacio Valverde. 2013

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Una perfecta tapadera 

Estrella de Diego

 

Sus trabajos poseen una apariencia pulcra, ordenada, sistemática casi, un poco mecánica, con cierto sabor a esos catálogos con las categorías y genealogías de las cosas que, confiesa Elena Alonso, le fascinan, moderna Bouvard y Pecuchet, los dos coleccionistas atrapados en el ars clasificatoria que sirven a Flaubert para ironizar sobre el proyecto ilustrado -¡qué locura querer nombrar el mundo completo!

Por eso, una segunda mirada desvela la apariencia, el juego que la artista propone a los espectadores, pues si es verdad que los objetos dibujados con esmero son bellos, cuidados, no es menos cierto que se trastocan a cada paso, se redoblan y se doblan; se parten, se acumulan, conviven en una curiosa multiplicidad, a veces incluso la de varios planos espaciales que, en el papel, se entrometen unos en otros, sin tregua.

Entonces, al desvelar las apariencias que propone Elena, se rompe la sensación sistemática y aparece súbito cierto movimiento –girar en el espacio- que impregna los dibujos de manera resuelta, natural, cómoda, porque una parte del juego planteado es la sensación de que todo ocurre encima del papel de forma sencilla, juego de los perfeccionistas cuando doblegan la realidad. Entonces, al aparecer el movimiento, lo que estaba impregnado de calma se lanza al espacio: es un trapecio. Los espacios y las cosas cobran una vida distinta de la aparente y se vuelven un poco como la Lola Montez de Max Ophuls, esa mujer cuya fuerza le permite seguir en medio del desfallecimiento, representar la pantomima de su vida pasada, de sus antiguos amores. Y se ve sumergida en una extraordinaria acrobacia que implica las fantasías del espectador. Lola Montez es, en la escena del circo, aquello que los otros quieren que sea o, más bien, representa lo que puede seguir siendo si consigue que la vean como fue. Ver a los objetos como tal vez fueron, historias particulares sueltas y nuestras, las que nos modifican y nos narran también - he aquí la particularidad de la acrobacia que dibuja Elena y que delimita como pocos.

Ahora en Espacio Valverde propone la tapadera perfecta, incluso más perfecta que esos lugares que imagina como tapaderas clásicas -un gimnasio, una fotocopiadora o, pienso de pronto al recordar sus reflexiones, la pequeña tienda de electricidad al lado de mi casa donde se reciclan bombillas. Ya nada volverá a ser como antes: Elena ha sembrado la sospecha sobre el mundo y la imaginación echa a volar. Va a intervenir el espacio, me cuentan. Lo va dibujar trastocado como si fuera otra la que dibujara. Y va a dejar que la imaginación, la nuestra, se mueva libre entre las genealogías de los objetos. Como en un trapecio.

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